| Urna cineraria según apareció. Excavaciones en la necrópolis de Cádiz (1925) | | Las tumbas de inhumación, con el cadáver extendido, se siguieron haciendo mucho tiempo con sillares de piedra ostionera, como en época fenicia, pero también se introdujo el sistema romano de muretes de piedra o ladrillo rematados por un caballete de tejas planas como el de la cubierta de una vivienda, y en algunos casos se recurrió a los sarcófagos de plomo. Las tumbas de incineración se reducen, en muchos casos, a una simple urna de piedra colocada en la arena, sin ninguna otra protección, pero las de cerámica solían revestirse de muretes protectores y, en el caso de las de plomo o vidrio, se podía construir una caja de tejas planas para impedir cualquier deterioro. De la mayor parte de los enterramientos sólo sería visible la estela o el ara con la indicación del nombre, la edad y algún otro dato familiar del fallecido. Otro tipo de tumbas estaban formadas por una lámina de plomo doblada alrededor del cadáver, o bien una urna de piedra en cuyo interior se contenían los huesos carbonizados recogidos dentro de una redecilla con nudos de hilo de oro. En un enterramiento hallado en la construcción de la casa de la familia Pascual (en Bahía Blanca) se descubrieron las jarras y platos de cerámica, así como los vasos de vidrio y los anillos, casi todos de fabricación oriental, que revelan el sepulcro de un refinado comerciante, relacionado aún con las metrópolis fenicias, al igual que el que empleó para sus cenizas una magnífica urna de alabastro sirio. |