| La Constitución de Cádiz es uno de los textos de mayor importancia en la historia moderna de España, no sólo por los hechos históricos acaecidos durante su promulgación, sino por su contenido liberal, inspirado en códigos anteriores de otros países, aunque con indudables referencias a la realidad política y social de la España de la época. La historia de la España de los años 1808-1813 no es una guerra de buenos y malos. Numerosos historiadores señalan que, aunque para España resultó inadmisible reconocer a José Bonaparte como su rey, el francés procuró siempre ganarse la amistad de los españoles. Prueba de ello es que nombró un gabinete constituído en su mayoría por los mismos ministros que había designado Fernando VII al asumir la corona tras el motín de Aranjuez, y emprendió un programa de modernización del país que pretendía entroncar con las reformas de Carlos III, interrumpidas durante la gestión de Carlos IV. En la España de 1808 pueden diferenciarse tres posturas ideológicas: - Los absolutistas, partidarios del Antiguo Régimen, es decir, la división de la sociedad en estamentos (nobleza, clero, pueblo) y poder sin límites del rey.
- Los reformistas, que defienden la necesidad de cambios en la política española, pero sin detrimento del poder del Rey.
- Los liberales, inspirados en los aires revolucionarios de la época, que desean una transformación de la sociedad política, defienden el dogma de la soberanía nacional, la sociedad de clases y la promulgación de una Constitución.
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