Adquiridos en Cádiz, en 1837, por un enviado del rey Luis Felipe de Francia, más tarde pasaron a la casa de Orleans. Encontrándose en la colección del Duque de Montpensier, fueron heredados por la condesa de París quien los tuvo hasta 1904, fecha en la que fueron comprados por el coronel Beylic con la intención de regalarlos al Museo de Grenoble, donde se encuentran actualmente. Una curiosa coincidencia se esconde detrás de todo esto. En el siglo XII, San Bruno, cuando se decidió a realizar una nueva fundación monástica, fue a visitar al obispo de Grenoble, San Hugo, y éste le cedió un sitio llamado Cartuja para la edificación del monasterio. De esta forma, la Orden de los Cartujos se inició en Grenoble, el mismo sitio donde ahora se encuentran los zurbaranes que en su día estuvieron en el monasterio de la misma orden de Jerez de la Frontera. |