Ligada siempre a la tutela de los frailes mínimos hasta la exclaustración de éstos en 1835, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad recibió culto a través de una rancia cofradía de homónima apelación, constando que en 1786 compartía titularidad devocional con el Santo Entierro de Cristo en el seno de dicha corporación cofrade, institución que participaría de la bonanza y prosperidad que vivía la Real Villa en el siglo XVIII hasta el punto de ser "admitida por este Ayuntamiento bajo su protección, para corresponder a la devoción que tienen a las Sagradas Imágenes de la referida Cofradía" (Cabildo del 8 de abril de 1786, Actas Capitulares. Archivo Histórico Municipal de Puerto Real).

Por contra, la centuria decimonónica se nos aparece como un "Guadiana espiritual" en lo relativo a la Cofradía de la Soledad, con continuas extinciones de la misma debido a sucesos tan demoledores como la invasión francesa - con el saqueo que el ejército napoleónico produjo en Puerto Real -, o la desamortización eclesiástica de Mendizábal.