La gran longitud del litoral español fue en parte responsable de la derrota napoleónica, dado que por mar su inferioridad con respecto a la flota inglesa era manifiesta. Ésta, durante toda la guerra, mantuvo en su poder los puertos de Oporto de Lisboa, y con ello una entrada segura de tropas. Un fenómeno similar se dio en la ciudad de Cádiz, que dispuso de un amplio litoral protegido por la flota inglesa y una única entrada posible por tierra, eficientemente protegida por sus magníficas murallas. Por tierra, desde 1812, el avance inglés es imparable: las tropas anglo-españolas vencen en la batalla de los Arapiles (Salamanca), en la que intervinieron más de 100.000 hombres. Desde 1813, los franceses se repliegan sin combatir, hasta la definitiva batalla de San Marcial (Irún), en la misma frontera francesa, en la que españoles e ingleses llegan a entrar en Francia persiguiendo a las tropas en retirada. |