Los talleres artesanales de marroquinería más tradicionales en Cádiz proceden de Ubrique. El proceso de fabricación se iniciaba con el uso del troquel que permitía cortar varios trozos de pieles apilados, se rebajaban los bordes para que las costuras asentaran mejor y se planchaban con una losa de mármol. A continuación, se montaban los distintos trozos y se pegaban con un pegamento casero que se contenia en las liaras; las costuras, realizadas siempre a mano, se hacían con hilos especiales y la ayuda de una lezna para abrir los orificios. Por último, se asentaban las costuras con los petacabras y se repintaban los bordes, al mismo tiempo que se repasaba toda la pieza con pintura a la cera. Finalmente, se colocaban en el enjuagador para que se oreasen. Entre las herramientas conviene destacar los petacabras, en forma de martillo con el mango curvo y el mazo grueso en una sola pieza, realizados en madera de espino negro, que constituyen las herramientas más singulares de los talleres marroquineros de Ubrique. Las piezas tradicionales que se fabricaban en Ubrique eran el preciso, la petaca y la cartera de ganadero. |