Sobre lo que ocurrió inmediatamente después de la explosión en la Base de Defensas Submarinas hay versiones contradictorias. La historia oficial es que el riesgo de una segunda explosión, que podía haber acabado con toda la Bahía de Cádiz, fue neutralizado por un grupo de marineros al mando del capitán de fragata Pery Junquera, que durante unas doce horas estuvieron sofocando el fuego en el lugar de la explosión. A consecuencia de esta acción, algunos de estos hombres recibirían el título de hijo adoptivo de la ciudad. Otra versión apunta a que la segunda explosión no pudo haberse producido en ningún caso, ya que, si bien quedaron minas intactas, éstas carecían de carga explosiva. No obstante, estas minas fueron trasladadas posteriormente a los polvorines de la Sierra de San Cristóbal, cuevas artificiales provocadas por el trabajo de unas canteras que al parecer ya albergaban con anterioridad material bélico italiano y alemán. |