| Foto: © Archivo CadizNet La magnífica factura del Cristo de la Buena Muerte puede contemplarse en este detalle de los pies | | Ahora, se empieza a hablar de una posible autoría del maestro Alonso Martínez, y este escultor no es ajeno al quehacer de Montañés ni su arte es ajeno, tampoco, en el templo agustino, pues, en su tiempo, realizó las esculturas que poblaban el retablo mayor y que hoy, todavía, vemos en el que se levantó en el siglo XVIII. Por lo tanto, la teoría sostenida por su mejor restaurador José Miguel Sánchez Peña, sobre ser el crucificado una obra de este maestro, no es ningún disparate... Y es en el año 1849, cuando un grupo de gaditanos unidos por su amor y devoción al Cristo crucificado de la Buena Muerte, deciden crear una cofradía para darle culto y ya el día 4 de diciembre de 1895, celebran sus primeras elecciones. Nacida por sus fundadores con la idea de procesionar sólo al crucificado y enmedio de un silencio y oscuridad total con el solo acompañamiento de una triste música de capilla, la Buena Muerte, lloviera o venteara, salía de San Agustín encogiendo el corazón de los gaditanos y de los forasteros al contemplar ese cuerpo magistral pendiente de una cruz, sin más adorno que unos pocos lirios situados a los pies del Cristo y cuatro gruesos cirios iluminando la patética escena. Sobriedad en el paso, en el cortejo, en el público y hasta en los bares y cafés que apagaban sus luces al paso de la procesión... |